10 octubre, 2016

OSCAR, SERÉ VULGAR

Si en tu época hubiera existido el Óscar para las novelas, tu obra seguro habría sido plurinominada y multipremiada.
Voy al punto. El retrato de Dorian Grey, tu única novela, es una obra de arte, punto. No sólo por tu prodigiosa narrativa; sino por lo valiente en la denuncia, lo agudo en la crítica y lo elegante en la forma de abordar temas que en tus tiempos y en los míos siguen siendo incómodos, temidos y disimulados.
De qué magistral forma te desdoblaste en los tres personajes principales para plasmar tu sentimiento, tu pensamiento y tu anhelo. Cuerpo, mente y alma eternizadas no en un cuadro, sino en libro. Amor y odio por la belleza física que tanto da cuando se es joven y que de forma irremediable quita cuando se llega a viejo. Nunca nadie expuso el esteticismo mejor que tú en una obra literaria.
Tu voz crítica, el flamígero dedo acusador en la voz de Lord Henry. Aquí debo confesar que tuve que contener mis impulsos por compartir tantas ideas, verdades o no, que por momentos salían a borbotones de las páginas digitales durante mi lectura. Y es que mi estimado Óscar, has de saber que tengo la costumbre de publicar en mis redes sociales frases que me llaman la atención de mis lecturas; esté o no de acuerdo. Simplemente lo hago porque vale la pena salpicar de ideas y cultura las redes sociales que están plagadas de hedonismo, esterilidad mental y ocurrencias. Y bueno, algunas de las frases que encontré en tu obra son tan incendiarias, que quien las leyera fuera de contexto bien podría pensar que soy la peor escoria de la sociedad. Y en estos tiempos donde nadie entiende, pero todos juzgan, es peligroso, créemelo. Bueno, y qué te voy a contar si a ti te fue como en feria en tu época. No cabe duda que la hipocresía, la doble moral y la mojigatería son cánceres sociales transeculares.
Y ya que tocamos el tema este de la moral pública, qué gran lección la tuya al abordar la homosexualidad. Por un lado, entender el origen de una orientación basada en el mismísimo machismo, donde se ponía en lugar marginal al género femenino para justificar la necesidad de un varón afeminado que conservara el estatus intelectual que, y así lo entiendo, aún en tu época se consideraba inalcanzable para las mujeres. No discutiré tus argumentos porque no estoy de acuerdo; aun así celebro tu valor para exponerlos. Y es que valor es justo lo que les falta a muchos de los gays, como ahora es más común llamarlos, de mis tiempos. Habrías de ver la manera tan vil en que destrozan la clase y la estética de su identidad sexual; y es que dentro de tanta incultura que ahora priva, muchos nadan en la corriente de la moda para tratar de encontrarse un lugar en el abismo social que los ahoga, aún en estos tiempos donde hay mucha más apertura y tolerancia, al menos en teoría.
Las cinco estrellas que le otorgo a tu obra me hacen dudar de varias calificaciones similares que he dado con anterioridad. Y como no las voy a revisar, instauro a partir de este momento la entrega de cinco estrellas y un Óscar. And the Oscar goes to... Oscar Wilde.

Si te late, sígueme en Twitter; si no, pus no. @xosemamero

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