SANTO TURISMO

Se nos viene encima el Papa en santa visita de cinco días. Para muchos parecerá muy poco tiempo y se atreverán a pedirle a gritos que se quede; para otros tantos, entre los que confieso contarme, será larga, demasiado larga. Por fortuna no estará todo el tiempo en aquí en la capirucha. Según entiendo, llegará por la tarde para hacer desfile triunfal por diversas avenidas capitalinas cual equipo de futbol recién coronado campeón. Después, el sábado, le tocará visitar al presidente y un sin fin más de personajes de la política nacional. Aquí es donde me pregunto, ¿no le dará flojera? Tal vez de ahí venga el famoso dicho de la “santa paciencia”. El domingo se lo llevan de paseo al hermano municipio de Ecatepec. Ahí yo nomás le recomendaría al monarca católico andarse con un ojo al gato y otro al garabato, no vaya a ser la de malas que le madruguen el Papamóvil cuando se baje a dar misa. Nada tontos los de su agencia de viajes, se lo traen de vuelta al exDF para pernoctar.


Para fortuna chilanga, el lunes ya nos lo mandan de tour rumbo a Chiapas, Morelia y Ciudad Juárez, con lo cual, nos dejan descansar del desbarajuste que se anticipa en esta ciudad, de por sí caótica, con tantos cortes de circulación y marabunta de creyentes en busca de inmortalizar con una selfie el momento en que estuvieron en la ruta del príncipe religioso.

Fuera de choteo, espero que el señor, este que viene, no el de los cielos, esté abierto a escuchar el sufrimiento de uno de los pueblos más fieles y más explotados por las instituciones, incluyendo la Iglesia Católica. No basta con ser un Papa futbolero y latinoamericano; simpático y con ideas de renovación. Es preciso que Su Santidad ponga la totalidad de su peso político para exigir la justicia que tanto se le debe a este país. Justicia ante la perversión del Estado, ante la impunidad criminal, ante la pederastia: justicia ante la indiferencia oficial del Vaticano que encabeza Jorge Mario Bergoglio, mejor conocido como el Papa Francisco.