11 febrero, 2016

CHUCKY PARA PRESIDENTE

Las elecciones en los Estados Unidos son hasta el 8 de noviembre. O sea, faltan más de ocho meses para la “fiesta democrática” de nuestros vecinos, los gringos. Y yo pregunto, así nomás, desde mi humilde rincón en la nevera: ¿qué necesidad hay de someternos a tantos y tantos meses de opinión, artículos, análisis, entrevistas, y sesudos comentarios al respecto? Todavía, dijera uno, las campañas son por demás edificantes. Pero no, en su mayor parte son todo lo contrario: un desfile de barbaridades y tarugadas, eso sí, de primer mundo.


Y no podía ser de otra manera con la presencia de Mister Universe, Donald Trump, el maestro del talk show. Yo no sé si el tipo es el verdadero creador de su discurso o hay todo un equipo de guionistas Ku Klux Klan detrás de él. El caso es que con sus radicales propuestas ha logrado enganchar con el sector más ignorante, que no conservador, de votantes americanos. Creo que estas elecciones van a servir de termómetro para ver cómo está el nivel de idiotez tras la frontera. Y no con esto quiero decir que de este lado estemos muy bien que digamos; nomás hay que ver qué presidente tenemos.

Pero bueno, mi tema era la tenebrovela de meses y meses con el mismo personaje regordete, cachetón y mal humorado en portada de los noticieros día tras día. Que si el güero con peinado de queso Oaxaca dijo esto, que si dijo aquello, que los migrantes pa’fuera, que los musulmanes terroristas… Alguien de buen corazón habría de decirle al Chucky candidato que después del espasmo inicial, lo único que produce es, en el mejor de los casos, aburrimiento, si no es que pena ajena. Yo sólo espero que a nuestros brillantísimos políticos no se les vaya a ocurrir emular el sistema gringo de precampañas estado tras estado con casi un año de anticipación porque entonces sí, estaremos más mal de lo que hoy en día pensamos que no puede ser peor. Y eso es decir mucho, demasiado.


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