29 enero, 2016

SOLUCIÓN AMBULANTE

No creo que los mexicanos seamos tan distintos de los gringos, los rusos o los nigerianos. Tenemos las mismas costumbres básicas como dormir, comer y trabajar (omito algunas otras por pudoroso patriotismo). Desde luego, hay culturas a las que se les dan unas mejor que otras. Nosotros tenemos algo así como una especialidad en perder el tiempo inmersos en interesantísimas y productivas actividades como chismear con el de junto y arreglar la política interna en una extendida sobremesa. Claro que la vida godín siempre cobra con la consecuente salida tarde de la oficina y da pretexto para vivir en estado de queja perpetua. Pero bueno, si no fuéramos quejosos, no seríamos mexicanos.
Y aún así, sostengo que ni somos los bichos raros de la creación, ni estamos condenados al godinismo crónico. Y como muestra, basta asomarnos a cualquier avenida de la ciudad para disfrutar del espectáculo que todos los días representan nuestros emblemáticos vendedores ambulantes. Seres trabajadores que en puntualidad y eficiencia representan a cabalidad la estirpe productiva del Mexica precolombino. Que no serán buenos para pagar impuestos, pero qué tal para diseñar complejas redes eléctricas y colgarse de a grapa del poste de la CFE. Eso, en el mundo empresarial, se llama allegarse suministros con creatividad a un gasto mínimo.

Me pregunto si, contrario a los que dicen los analistas económicos, no será el ambulantaje la solución para los arraigados males de la nación. Pongámoslo desde la perspectiva de que ya no habría empleados infelices que pagaran impuestos. Y sin este tributo vital, la mayoría de nuestros gobernantes palidecerían ante el escaso botín robable. No quedaría de otra más que cerrar las oficinas, gubernamentales o privadas, y todos nos dedicaríamos a la feliz y liberadora vida empresarial, emprendedora e independiente.

Creo que me pasé de lanza un poco con mi lógica de media semana. Ustedes disculpen, es consecuencia de la vida godín.



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