Él jamás pidió nacer, pero no tuvo opción. Al momento en que abrió los ojos recibió el rechazo de su creador. No hubo tiempo para razonar, entender ni explicar. Tenía que huir y aprender por sí solo en el lado violento de la vida. Debía esconderse porque aterrorizaba a todo aquel que lo miraba. Hacer alguna buena acción parecía no tener importancia; estaba marcado por la deformidad que desde siempre lo condenó al rechazo. Con paciencia logró aprender de la gente su idioma y costumbres. Pensó que si lograba comportarse y hablar como ellos sería aceptado. No contaba con que el pueblo no entiende de formas ni sentimientos; sólo de apariencias.He aquí a la criatura que soñó con ser humano y que la sociedad, incluso su propio padre, le negó cualquier derecho y le condenó al rincón del odio y la venganza. Señoras y señores, reciban con majestuosa repulsión, jitomatazos e improperios, al monstruo, al engendro del infierno, la abominación del inframundo. Sean testigos de la creación maldita del doctor Frankenstein.
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