Discúlpame Han Solo, lo lamento mucho, Princesa Leia. Lo siento, Chewbacca, C3PO, R2D2 y demás personajes antiguos: BB8 es la estrella de Star Wars, new generation. Una simpática bola playera con sentimientos y bastante buen ojo para ligar con Rey, la nueva heroína galáctica.
Más allá de BB8, debo compartirte mis quejas e insatisfacciones respecto al episodio siete de la espacial lucha entre el bien y el mal. Desde que supe que se haría una nueva película mi lógica guionista empezó a echar humo de escepticismo por el simple hecho de que la saga Star Wars se trató, en sus seis episodios, de la historia de Anakin Skywalker. Así nomás, nada de que la Fuerza, Yoda, el lado oscuro y los Jedis. La Guerra de las Galaxias es la vida del mister Trotacielos. Vimos sus múltiples transformaciones, sus dudas, sus fortalezas y debilidades; lo vimos redimir justo antes de su muerte. ¿Qué más había que contar? En el estricto sentido de su historia, nada. George Lucas lo sabía, por eso cuando terminó de hacer La Venganza de los Sith dijo que hasta ahí llegaba. Y sin embargo, Disney le llegó al precio y el buen George les vendió los derechos.
El Despertar de la Fuerza es una cinta divertida hecha con el mismísimo molde de sus antecesoras. Compárala con la primerita de los años setenta. El lado oscuro de la fuerza quiere conquistar el universo y un grupo de rebeldes se opone. Un importante mensaje es enviado por medio de un robot y las circunstancias lo llevan a toparse justo con la persona, heredera de la fuerza, cuya intervención es determinante para conseguir que los amigos rebeldes detengan a los oscuros villanos y su poderosa arma destructora de planetas. En esta ocasión Han Solo hace las veces del mentor, misma función que Ben Kenobi en la original. Los dos mueren en el climax a manos del villano, ambas muertes son presenciadas por el protagonista: antes Luke, ahora, Rey.
¿En qué falla esta nueva entrega? Rompe varias reglas del universo fantástico establecido y aceptado por millones de fans alrededor del mundo. Para empezar, el villano. Darth Vader es uno de los mejores protagonistas/antagonistas en la historia del cine. Y justo consigue serlo porque toda la historia gira en torno a él. Su nieto tiene muy poco que hacer a su lado. El lado oscuro debe estar en una severa crisis al presentarlo como su carta fuerte. Alguien olvidó que los Stormtroopers son clones de Jango Fett. Es una buena iniciativa eso de darle psicología a Finn, pero ahí también nos rompe una regla. Luego, de dónde salió el heredero del carismático y sonriente Emperador. Tal vez eso se explique en los siguientes episodios. Pero lo que no puedo aceptar es que, después de ver cuánto trabajo le costaba a Yoda entrenar Padawans, ahora me salgan con que en cuestión de minutos y como por arte de magia Rey aprende a usar la fuerza y la espada laser. O sea, ¿cómo, por qué?
Esta nueva trilogía tiene de nacimiento un vacío, le falta un protagonista. Para evitar comparaciones, Disney le debió cambiar de nombre a la saga. Es muy romántico ver a las envejecidas estrellas de antaño. Esto es un problema porque ellas no pueden llevar el peso de la película y tampoco dejan que los jóvenes tomen la estafeta. Dos cosas me quedan claras: veré las secuelas de esta nueva propuesta y comprobaré que están lejos de las originales. A años luz, tal vez. Que la fuerza las acompañe.
★★★★☆
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