El Chapo y la Kate se quieren… sacar provecho.El reportaje, que no precisamente entrevista, publicado en la revista Rolling Stone a inicios de esta semana ha levantado cantidad de notas, comentarios y críticas. Fue hasta el miércoles por la noche que tuve tiempo para clavarme en su lectura y darme cuenta de que se trata de una crónica bien escrita (no excelente) del actor/activista Sean Penn, a quien le gusta mezclarse y conocer personalidades de oscura reputación en los Estados Unidos para tratar de darles un enfoque distinto. Así lo ha hecho con líderes latinoamericanos como Hugo Chávez, Evo Morales y Raúl Castro, todos ellos vilipendiados por la mayor parte de la opinión americana. A mí, la verdad, me parece un buen trabajo que cumple con su objetivo. Acerca al lector al refugio cotidiano del narco más poderoso bajo una narrativa distinta que matiza la imagen del villano. Es más, pienso que hasta podríamos quitar la parte de preguntas y mezclar las respuestas dentro de la crónica para lograr un mejor trabajo literario.
Lo que viene al margen del relato es tal vez lo más divertido: la relación entre Kate del Castillo y Guzmán Loera. Dicen que el hombre estaba, o está, obsesionado con la actriz. Y bajo la lógica de que no es delito reunirse con un fugitivo, seguramente la señora vio una gran oportunidad para seguir capitalizando su personaje de la Reina del Sur. Y pues cómo no, qué mejor galán que el narcotraficante más famoso del mundo.
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